DOS DE AURORA VENTURINI
Las primas. Las amigas. Aurora Venturini. Tusquets,
Buenos Aires, 2020.
No
es exagerado decir que Aurora Venturini fue, casi toda su vida, una escritora
oculta; una escritora cuya obra circuló en silencio a través de ediciones “de autor”
(“autora”, para el caso) casi invisibles. Así fue por décadas, hasta que su
libro Las primas le posibilitó ganar en 2007 el Premio Nueva Novela
organizado por Página/12; al momento
de recibirlo, Venturini contaba 85 años. El pseudónimo con el que concursó fue
Beatriz Portinari, acaso una ironía por parte de quien describe un mundo
doméstico de clase media, mucho más cercano al infierno que al paraíso.
Tiempo
después de haber obtenido el premio, la escritora designó como albacea de su
obra a Liliana Viola (prejurado en el certamen, junto con Mariana Enríquez) y lo
bien que hizo. Porque mediante sus gestiones, Tusquets emprendió la edición de la
obra de la autora platense, fallecida en 2015.
Nos
centramos en Las primas (años atrás Mondadori lanzó al mercado una
edición, hoy agotada) y en Las amigas. La protagonista en ambas es Yuna
Riglos, una pintora que, más allá de las peculiaridades de su personalidad, nos
hace reflexionar sobre el lugar del artista en un mundo que le es extraño y que
le cuesta comprender -o que comprende a su manera-, acaso porque ese entorno,
de inequívoca perversidad y poder destructivo, sea el único ente defectuoso de
la historia, ente colectivo y siniestro en el más freudiano sentido del término.
Un rasgo que está presente a lo largo de los dos relatos -el primero se centra
en la adolescencia y primera juventud del personaje, el segundo en la edad
adulta- es la pureza de la artista, reflejada en un lenguaje que asume el reto
de recrear la palabra escrita de alguien que piensa y se expresa a su manera (“Recuerden
que cuando puntúo debo descansar y el lugar de mi cabeza se repleta de formas y
de ideas que de seguir mirando el punto nada me saldría.” / “Se me han caído casi
todos los puntos y las comas y los dos puntos y los suspensivos y la mar en
coche se ha caído…”). Y en ese medio en apariencia normal, pero hipócrita y
cruel, a su vez escenario de aberraciones y abusos, discurren las vidas de los
personajes que pueblan estas páginas. Aurora Venturini tuvo formación en filosofía
y ciencias de la educación y trabajó en el área de minoridad de la Fundación
Eva Perón, con lo que es válido pensar que conoció casos particulares superadores
de toda ficción.
Historias
escondidas de personas corrientes que, al ponerse al descubierto, revelan
mundos escabrosos. Agudas, sorprendentes y recargadas de una ironía y un
sentido del humor que se manifiesta, a veces, para atenuar los golpes más
duros, Las primas y Las amigas nos invitan a una experiencia, de
a ratos faulkneriana -cómo no asociar el relato de Yuna Riglos con aquel otro
contado “con ruido y con furia”-, pero en definitiva hondamente personal. Tener
la fortuna de acceder a la obra de una narradora original y valiente como
Aurora Venturini, que no temía a las palabras ni a la pluma, es una buena razón
para celebrar.
Claudio Ratier
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