La música tiene cara de mujer
Mujeres en Música. Curadora: Fernanda Morello. Intérpretes: Carola Costa, Diana Lopszyc, Fernanda Morello, piano; Diana Gasparini, viola; Marina López, clarinete; Cecilia Cabriza, flauta travesera; Daniela Tabernig, soprano. Programa: Nocturno, D’un Matin de Printemps, de Lili Boulanger (Ondinas Dúo: Cecilia Cabriza, flauta travesera; Carola Costa, piano). Vers la Vie Nouvelle, de Nadia Boulanger (Carola Costa, piano). Tres piezas románticas, Op. 55, de Cécile Chaminade (Fernanda Morello y Diana Lopszyc, piano a cuatro manos). Preludio, Allegro y Pastorale para viola y clarinete, de Rebecca Clarke (Marina López, clarinete; Diana Gasparini, viola). Canción para piano, Op. 8, de Fanny Mendelssohn. “De mi infancia” (Cajita de música, Arrorró de la muñeca, Micifuz), de Isabel Aretz. Victoria De Samotracia, de Eva Lopszyc (Diana Lopszyc, piano). Nocturno para piano solo, Op. 6, Ich Stand In Dunklen Traume, Op. 13 (Sobre poema de Heinrich Heine), de Clara Wieck. In Meines Vater Garten (Sobre poema de Otto Hartleben), de Alma Mahler. Hai Luli! (Sobre poema de Xavier de Maistre), de Pauline Viardot. Le Chat Sur Le Toit (Sobre poema de Edmond du Costal), de Mel Bonis. The Year’s At The Spring (Sobre poema de Robert Browning), de Amy Beach (Daniela Tabernig, soprano; Fernanda Morello, piano). En el Salón Dorado del Teatro Colón. Función del 8/3/22.
Con motivo del Día de la Mujer se realizó en el Salón Dorado del Teatro Colón un recital íntegramente dedicado a compositoras mujeres de los siglos XIX y XX. La idea y curaduría de la propuesta correspondió a Fernanda Morello, quien además de pianista es una creativa programadora, un brillante motor de ideas en permanente sinestesia.
Claro que, como toda propuesta actual en torno a la
mujer, nos enfrenta a algunas inevitables contradicciones. La misma Morello
cita a una de sus escritoras favoritas –Siri Hustvedt- en lo que podría
funcionar virtualmente como epígrafe del concierto: “A las mujeres artistas se
las mete en cajas de las que les cuesta salir. La caja tiene el rótulo `arte
femenino´. ¿Cuándo fue la última vez que oímos hablar de un artista, novelista
o compositor masculino? Todos somos masculinos y femeninos. Todo el gran arte
es masculino y femenino.” Sin embargo, por otra parte el concierto se denomina “Mujeres
en Música” y propone estas obras por provenir precisamente de mujeres.
La respuesta a esta aparente contradicción la
encontramos básicamente en la escucha, que confirma la reflexión de Hustvedt,
muchas veces mentada como “la mujer de Paul Auster” (!). Un largo camino se
habrá recorrido cuando no sea necesario ya hablar de “compositoras mujeres” ni
crear un “Ministerio de la Mujer”, pero evidentemente ese momento todavía no ha
llegado. Y tanto es así que los nombres de varias de estas compositoras llevan todavía
las marcas de su dependencia: mientras se nombra a Clara Wieck por su nombre original
(el “de casada” es símbolo de la posesión de la esposa por el marido), se habla
en el programa de Pauline Viardot, “neé” Paulina García; o de Alma Mahler, en rigor
Alma Schindler, cuyos sucesivos matrimonios a veces conducen a nombrarla como
Alma Mahler-Gropius-Werfel (sic!). Triste realidad de la hipócrita corrección
política que, en plena Europa del siglo XXI, sigue privando a las mujeres de su
nombre de nacimiento (igual en Estados Unidos, que también utiliza el
afrancesado “neé”), mientras en países tan progresistas como Francia una mujer
casada no puede abrir una cuenta bancaria con su nombre de nacimiento, el único
que en rigor tiene y le corresponde.
Ahora, a la música. El programa abrió con un tándem de obras de las hermanas Lili y Nadia Boulanger. A las dos talentosas músicas francesas les fue dado vivir destinos dispares: Lili murió a los 24 años; Nadia, a los 92, habiendo enseñado a varias generaciones de músicos. Cecilia Cabriza en flauta y Carola Costa en piano abordaron dos obras de Lili que se dejaron oírse plácidas, aladas como el espíritu joven del que brotaron. En cambio, Hacia la vida nueva, escrita por Nadia en el último año de su vida, es inquietante: acordes sucesivos van jalonando una espera –la vida- que culmina en una sutil epifanía.
Siguieron Tres piezas románticas de Cécile Chaminade, de quien Ambroise
Thomas dijo, reforzando la paradoja: “No es una mujer que compone, sino un
compositor que es mujer”. Tocadas a cuatro manos por Morello y Diana Lopszyc,
dan cuenta de un universo romántico, schumanniana la primera, más danzables y cantabiles
las siguientes.
Marina López en clarinete y Diana
Gasparini en viola abordaron a una compositora inglesa fascinante: Rebecca
Clarke, en Preludio, Allegro y Pastoral para
esa interesante combinación tímbrica. El dúo ofreció una interpretación
altamente trabajada, notable en la expresividad y el rango dinámico logrados,
con un clarinete capaz de sumirse mágicamente en el silencio.
La pianista Diana Lopszyc mostró su
conocida versatilidad abordando la Canción
para piano de Fanny Mendelssohn, melancólica y plena del pathos de su época; luego tres piezas de
la también musicóloga Isabel Aretz, pinturas de una infancia feliz en una
Argentina ya remota, y Victoria de
Samotracia, de Eva Lopszyc, hermana de la pianista, presente en la sala,
que en 2005 concibió esta obra temperamental, de resonancias bélicas y efectivo
impacto. Por otro lado, la pianista aprovechó el momento para recordar con
justicia a la recientemente fallecida Irma Urteaga.
El tramo final del concierto estuvo a
cargo de Fernanda Morello junto a la soprano Daniela Tabernig, un dúo que viene
trabajando una compenetrada relación artística. El Nocturno de Clara Wieck difunde una atmósfera crepuscular, para
pasar luego a un logrado Lied basado
en Heine. Ya con un romanticismo más avanzado, Alma Schindler plasma con En el jardín de mi padre una canción de
emotiva recurrencia de ideas, intensamente emocional y onírica, tal como
anticipó la pianista. Fue luego el turno de la obra de Pauline García, hermana
de la diva María Malibran, también con destino diverso como las hermanas
Boulanger: mientras la primera vivió 88 años, la Malibran se malogró a los 28.
En Hai Luli, sobre versos de De
Maistre, se nota la mano experimentada de una cantante.
Dos canciones crecientemente
fascinantes cerraron el concierto: Le
chat sur le toit, de la francesa Mélanie (Mel) Bonis, y The Year’s at the Spring, de Amy Beach,
que Daniela Tabernig interpretó con absoluto compromiso hasta desembocar en un grandioso
final a gran volumen y estilo.
Fue un maratón de obras de altísimo
nivel, raras veces interpretadas o escuchadas. Por eso resultó pertinente que
este rosario de novedades se hilvanara con comentarios siempre precisos e
ilustrativos de cada uno de los intérpretes, sumando sentido a la propuesta.
“Este concierto celebra a la música
como una de las más maravillosas formas del pensamiento humano”, señala el
programa, reflejando una posición de Morello que, en lo personal, no puedo
dejar de compartir en todas sus innumerables implicancias. Bienvenidas las
necesarias contradicciones que estimulan el placer de escuchar y pensar al
mismo tiempo. En suma: fue música de mujeres e interpretada por mujeres, pero
escrita para la humanidad.
Daniel
Varacalli Costas
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