Danza joven en el hall

 El mundo, 18 bailarines, un show. Coreografía y dirección: Federico Fontán. Música: Jiva Velázquez. Alumnos de tercer año del Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín. En el hall Alfredo Alcón del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530, CABA). Próximas funciones: sábado 2 y domingo 3 de julio a las 18 horas. Entrada libre y gratuita.


El semillero del Ballet del San Martín, con pasión y talento. Foto: Carlos Furman

Cuarenta y cinco años de existencia cumple este año el Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín; una madurez siempre joven de una institución nacida para formar nuevos artistas, investigar, recrearse y evolucionar en sintonía con los tiempos que corren. Esa madurez y juventud se sintetizan en la actual dirección conjunta de Norma Binaghi y Damián Malvacio, los encargados de guiar los pasos de este puñado de promesas, dándoles oportunidades para crear, crecer, bailar.

El Taller convoca habitualmente a sus egresados como intérpretes, coreógrafos, maestros; de este modo, Federico Fontán fue invitado a montar El mundo, 18 bailarines, un show. Además de coreógrafo, Fontán, trabaja en la  actualidad como intérprete y docente, con felices experiencias en su haber en Argentina, Latinoamérica y Europa.

Durante los primeros veinte minutos de El mundo…, los jovencísimos bailarines son desafiados uno por uno a contar, micrófono en mano, sus historias y pensamientos sobre su carrera. Hablar no es su ‘métier’ específico; sin embargo, gracias a la claridad de su discurso nos enteramos de sus diferentes orígenes geográficos y familiares (un padre llamado Adolfo gracias a una abuela nazi, otra abuela amante de las motos, ascendientes árabes, italianos, españoles, chinos y más etcéteras), sus ideas sobre qué es bailar, la cotidianeidad de la danza, la clase, sus motivaciones, amores, deseos y tedios. La rica mixtura de sus voces se entremezcla con microcoreografías que ilustran sus mundos, y van dando inicio al segmento central.

Múltiples historias en el hall del San Martín. Foto: Carlos Furman

La obra se disgrega en células coreográficas que abarcan el amplio Hall del San Martín, todas con distintas formaciones, que se van metamorfoseando en diferentes historias. Emana mucha información visual simultánea mientras los bailarines reptan, saltan, giran, gritan, se pelean, gatean. Del break dance al tango, de una masculina Giselle a escenas que abordan la diversidad sexual, los chicos recurren a sombreros, anteojos, botas, tacos, polleras, juegos con las largas cabelleras de ellas, en un juego danzado que los muestra con franqueza, libertad y hasta simpática irreverencia. En el final, se dispersan por escaleras y pasillos del Teatro, mezclándose con el público, tomando posesión del espacio. Hacen bien, tienen toda la danza por delante.

Patricia Casañas

Comentarios

Las más leídas

Lo cómico, en serio

Un Nabucco revisitado

Sobre todo, Puccini

Tres grandes voces para "Il trovatore"

Buenos Aires Ballet: novedades y reencuentro

Otro Elixir de muy buena calidad

Lo mismo, pero distinto

Una viuda casi alegre

El Barroco, primero

La chispa del otro Leonardo