Con el corazón

Recital de Javier Camarena (tenor). Alyson Rosales (soprano invitada). Ángel Rodríguez (piano). È serbato a questo acciaro (I Capuleti e i Montecchi, Vincenzo Bellini); Eccomi in lieta vesta / Oh! Quante volte… (id.) *; Spirto gentil (La favorita, Gaetano Donizetti); Parigi o cara (La traviata, Giuseppe Verdi) **; La mia letizia (I Lombardi alla prima crociata, Giuseppe Verdi). Puisqu’on ne’ peut fléchir (Le roi d’Ys, Édouard Lalo); Je suis seul / Ah! Fuyez, douce image (Manon, Jules Massenet); Dieu! Quel frison / Amour, ranime mon courage (Roméo et Juliette, Charles Gounod) *; Habanera (Carmen, Georges Bizet – Arreglo para piano asolo de Ángel Rodríguez); Che gelida manina / Sì, mi chiamano Mimì */ O soave fanciulla ** (La bohème, Giacomo Puccini). (*Soprano / **Soprano y tenor). Teatro Colón. Función del 30/07/2022.

 

El tenor mexicano en plena entrega en el escenario del Colón. Foto: Arnaldo Colombaroli / Gentileza Prensa TC

El mexicano Javier Camarena regresó al Teatro Colón para cumplir con su presentación en L’elisir d’amore, cuarta producción de ópera en lo que va del año. Esto significa su debut local en un título lírico, junto a un elenco estelar del que también formarán parte Nadine Sierra y Ambrogio Maestri. No se dejó pasar la ocasión para programar un recital sobre la marcha, lo que fue referido por el artista en la primera de las varias veces en las que se dirigió al auditorio. Cómo no señalar la calidez y el encanto que el artista demostró en su contacto con el público, sea en el saludo inicial o en la presentación de su partenaire; o como cuando, antes de iniciar la segunda parte, apuntó con la más simpática de las sonrisas a los rezagados de siempre, para decirles que se acomodasen tranquilos, pues él aún disponía de tiempo para esperarlos (!).

Hacer hincapié en cada uno de los números interpretados, con la consabida retahíla de elogios y epítetos de aprobación, sería innecesario por lo redundante. Lo mismo poner en discusión si alguno que otro momento justificó o no ser parte del programa: nadie mejor que el artista para designar su propio repertorio, aunque eventualmente contradiga nuestro criterio de oyentes. Pero, más allá de esto, subrayo que en la nómina de los mejores tenores del mundo -sobran los dedos de una mano y me reservo los nombres, pónganlos ustedes- hoy no puede dejar de consignarse a Javier Camarena. Belleza vocal, emisión cálida, firme y segura, notable capacidad de fiato, dominio de los matices, entrega absoluta sin perder el control del aspecto técnico, un profundo sentido musical y del valor de las palabras; un registro tan bien resuelto en sus zonas, que es capaz de transmitir la ilusión de no tener pasaje del centro al agudo sino de estar hecho de una sola pieza, son sus rasgos sobresalientes. Pero por sobre todo una carga emotiva y una expresión apoyada por el buen gusto y la inteligencia, como herramientas para extraer lo mejor de cada partitura. 

El recital contó con la presencia de la soprano chilena Alyson Rosales en calidad de invitada. Su material es bello, su canto es musical y seguro, y no es la primera vez que se presenta en un concierto junto a Camarena, pues el apoyo a jóvenes valores se cuenta entre las premisas del tenor. ¿Estuvo a la altura de la circunstancia? No es sencillo dar la respuesta porque no todo pasa por cantar bien, ni siquiera por saber hacer música o demostrar seguridad. Su mejor intervención a solas fue la escena de Juliette de Gounod, por la sencilla razón de haber logrado superar discretamente cierta monotonía expresiva, demostrada en los demás momentos de la noche. En los dúos supo cumplir y sentirse segura, pero valga a su vez la aclaración de que no se puede pretender que una artista emergente logre ponerse al nivel de uno de los más grandes tenores de la actualidad. En definitiva, la experiencia y la madurez tendrán la última palabra.

La participación del pianista cubano-estadounidense Ángel Rodríguez, que tuvo su instante de lucimiento personal con su arreglo de la Habanera -acaso un homenaje a su país natal-, significó un apoyo claro y cómodo para los solistas, aunque se hubiese deseado un toque con mayor presencia.

El tenor Javier Camarena junto a la soprano Alyson Rosales y el pianista Ángel Rodríguez en el marco del Ciclo Grandes Intérpretes Internacionales. Foto: Arnaldo Colombaroli / Gentileza Prensa TC

Al cabo de un programa integrado por páginas del primer romanticismo italiano de Bellini y Donizetti, seguido por Verdi para luego arribar a la nuova scuola representada por Puccini, y del romanticismo francés ilustrado en sus diferentes períodos por Gounod, Massenet y Lalo, Camarena no escatimó bises. Una canzonetta napolitana de Tosti, un tango de Gardel y tres temas de su tierra aportaron muestras de versatilidad, y a su vez dieron paso a un virtuoso despliegue de matices y proezas de fiato, de lo cual Malagueña, conclusión de la velada, fue un muy buen ejemplo. 

En suma: los admirables recursos vocales, la impecable técnica y el dominio de los estilos del tenor mexicano serían insuficientes si no contasen con aquello capaz de producir un hecho artístico. Antes de ofrecer su versión de Volver, el tenor dijo: “Se las canto con el corazón”. Se trata de eso sin lo cual todo intento por hacer arte sería completamente inútil. Y si Camarena es uno de los mejores del mundo, a no dudar que se debe a su incondicionalidad al momento de producir hechos artísticos profundamente sinceros, que solo son posibles con el compromiso del corazón.

Claudio Ratier

 

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