Un Taller coreográfico con bajo vuelo

 

Talleres coreográficos. Curaduría: Milagros Rolandelli. Programa: ‘Boliche’. Idea y dirección: Pablo Calvo y Jiva Velázquez. ‘Chicharras’. Idea y dirección: Emiliano Falcone y Jiva Velázquez. ‘Roots’. Idea y dirección: Emanuel Abruzzo. En el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC).

"Chicharras" en el CETC (foto: Máximo Parpagnoli)

Iniciado en 1983 por el entonces director del Teatro Colón Cecilio Madanes, el Taller Coreográfico (cuyo nombre hoy aparece inexplicablemente pluralizado) tuvo la finalidad de dar cabida a los proyectos creativos de los integrantes del Ballet Estable de la casa. Muchas de las obras estrenadas en ese ámbito pasaron a integrar el repertorio de la compañía: recordemos por ejemplo “Gloria” de Mario Galizzi (1983), el impresionante “Bolero” de José Zartmann (1989), “Bailando Honegger” de Carlos Trunsky (1985), entre otras. La trayectoria de este proyecto fue interrumpida en varias oportunidades y reanudada hace unos cuantos años, pero el espíritu de renovación en materia de creadores y el surgimiento de trabajos trascendentes fueron su impronta durante estos casi cuarenta años de existencia.

En este nuevo programa abrió el juego “Boliche”, un muestrario de singulares especímenes que concurren a un club nocturno a diario, todo narrado al detalle por un actor con uso y abuso de juegos de palabras pretendidamente irónicos. El recurso le quitó fuerza a lo visual, punto que además careció de originalidad, limitándose a pasos a lo Travolta y contoneos de caderas al ritmo de los Bee Gees y similares. Destacable la labor del pianista Joaquín Panisse en este divertimento intrascendente, con bola de espejos incluida.

“Chicharras” tuvo un buen comienzo, con acertado aprovechamiento del particular espacio del CETC e interesante lenguaje y dinámica. Pero luego el discurso dio un vuelco hacia una cotidianeidad signada por un discurso sobre cómo besar la mano femenina, celulares, juegos sexuales y un cantante interpretando ‘Arráncame la vida’. Nuevamente la verbalización atentó contra el movimiento, recuperado al final con la vuelta de las cigarras.

Emanuel Abruzzo, con mucho swing en "Roots" (Foto: Máximo Parpagnoli)

En el último segmento se ofreció “Roots”, en clave jazzística, firmado por Emanuel Abruzzo. Otra vez el bar y las disímiles personalidades, pero en esta oportunidad la obra resultó un despliegue de talento y swing desde el comienzo a puro Gershwin y su ‘Rapsodia en blue”. Abruzzo es un especialista en este estilo y en el manejo dramático de grupos: su galería de personajes incluyó una pareja masculina de tacos y pollerita que provocó grititos de entusiasmo en el público. Con todo, y destacando el talento y la calidad de todos los bailarines de “Roots” y de la obra como producto final, nos preguntamos si es el Taller Coreográfico el ámbito adecuado para este tipo de trabajos, más propio de otros escenarios. Afinar el lápiz y enfocar la mira en la selección no es ser prejuicioso, sino levantar la puntería y preservar el objetivo de que el Colón sea el lugar donde pasen cosas que no pueden realizarse en otros ámbitos.

Patricia Casañas

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