'El cascanueces': entre ratones y medianoche

 El cascanueces. Ballet en dos actos. Coreografía: Rudolf Nureyev. Reposición coreográfica: Aleth Francillon. Música: Piotr I. Chaikovski. Intérpretes: Maria Yakovleva y Davide Dato (primeros bailarines de la Ópera Estatal de Viena), solistas y cuerpo de baile del Ballet Estable del Teatro Colón. Dirección: Mario Galizzi. Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Dirección: Ezequiel Silberstein. Coro de Niños del Teatro Colón. Dirección: César Bustamante. En el Teatro Colón, el miércoles 21 de diciembre.


Maria Yakovleva y Davide Dato, de la Opera Estatal de Viena (Foto: Máximo Parpagnoli)

Finalizando la temporada de su Ballet Estable, el Teatro Colón puso en escena nuevamente “El cascanueces”, infaltable referencia mundial en esta época navideña. Estrenada en 1892, la primera adaptación dramática -debida a Alexander Dumas- transformó el siniestro cuento de Ernest Theodore Amadeus Hoffmann “Cascanueces y el rey de los ratones” en una edulcorada narración que traslada a Clara y su cascanueces devenido en príncipe al mágico mundo del Hada Confite. En 1967, el bailarín Rudolf Nureyev realizó su propia versión de la obra, retomando el clima oscuro y el enfoque psicológico que Hoffmann le había impreso a la historia. El príncipe Cascanueces surge en la imaginación de Clara con rasgos que lo identifican con su padrino Drosselmeyer (ambos personajes encarnados por el mismo bailarín), y la conduce a lo largo de su sueño/pesadilla por un desfile de sus familiares y amigos a través de destinos exóticos, en lo que puede interpretarse como su evolución de niña a adolescente. Desde lo coreográfico, Nureyev introdujo grandes dificultades técnicas en los papeles solistas, lo cual se extiende a las evoluciones del cuerpo de baile, exigido como pocas veces. Desde hace años, la segura mano de Aleth Francillon custodia todos los detalles en cada reposición de esta singular obra.


Los bailarines invitados, en el segundo acto de "El cascanueces" (foto: Máximo Parpagnoli)

El Colón convocó a Maria Yakovleva y Davide Dato, de la Opera Estatal de Viena para dos de las diez funciones de “El cascanueces”; pero festejo futbolero mediante, los invitados vieron cancelada la del domingo 18 de diciembre y por lo tanto bailaron solo una. La bailarina rusa, de hermosa línea y segura técnica, fue convincente en lo dramático: su Clara-niña tuvo simpatía y frescura, dando paso a un palpable crecimiento en el segundo acto. Davide Dato, por su parte, ofreció una cuidada elaboración del papel de Drosselmeyer, con nobleza y aplomo como el príncipe. Dentro de los comprimarios destacamos la actuación de Emanuel Abruzzo como el travieso hermano de Clara, y la de Luciano García, Williams Malpezzi y Sebastián Bustos en la Danza china. El empeño del cuerpo de baile no logró disimular algunos desajustes; mientras Ezequiel Silberstein, siempre atento al palco escénico, llevó a buen puerto a la Filarmónica, muy bien acompañada por el Coro de Niños.

Como lo vienen haciendo al finalizar cada función, músicos y bailarines alzaron carteles reclamando insoslayables mejoras salariales y profesionales: una pacífica manera de visibilizar la situación.

Patricia Casañas


Comentarios

Las más leídas

Lo cómico, en serio

Un Nabucco revisitado

Sobre todo, Puccini

Tres grandes voces para "Il trovatore"

Buenos Aires Ballet: novedades y reencuentro

Otro Elixir de muy buena calidad

Lo mismo, pero distinto

Una viuda casi alegre

El Barroco, primero

La chispa del otro Leonardo