El regreso de Gianni Schicchi
Gianni Schicchi, de Giacomo Puccini. Libreto de Giovacchino Forzano. Director musical: Carlos Calleja. Director de escena: Carlos Trunsky. Escenografía: Oscar Vázquez. Vestuario: Jorge López. Iluminación: Daniela García Dorato. Reparto: Gustavo Gibert, María Virginia Savastano, Santiago Martínez, Mairín Rodríguez, Pablo Urban, Marina Silva, Adam Francis D’Onofrio, Hernán Iturralde, Alejo Álvarez Castillo, Estefanía Cap, Víctor Castells, Iván García; Guillermo Saidón, Julián Molinero, Juan Pablo Labourdette. Orquesta Nueva Sinfonietta. Teatro 25 de Mayo. Función del 19/12/22.
La
producción estuvo a cargo de Carlos Trunsky, ex bailarín del Ballet Estable,
coreógrafo de inmenso talento (quien haya visto su reciente Ofrenda a tres no
puede menos que salir impactado por su singular mirada), quien ya cuenta en su
haber con varias incursiones fuera de la danza. La producción de Gianni Schicchi que comandó fue
totalmente respetuosa de los códigos básicos de la obra (en esto Puccini no
habría pataleado), enmarcando la escena con tres dibujos apaisados de la ciudad
de Florencia y con una cama como elemento central, aunque móvil. Las
marcaciones actorales subrayaron adecuadamente la comicidad que atraviesa el
conflicto hereditario y la solución fraudulenta que plantea la trama de
inspiración dantesca; en los momentos culminantes de la pieza, cuando los
parientes huyen luego de saquear la flamante morada de Schicchi, el régisseur
no pudo contenerse de utilizar la misma sala como parte de la escenografía, un
recurso tan habitual como siempre eficaz.
El
reparto resultó homogéneo y bien elegido. El protagónico a cargo de Gustavo
Gibert tuvo la distinción de haber sido asignado a un cantante experimentado,
lo que suma muchísimo a un personaje que en la propia ficción debe rebasar en
experiencia a todo el resto. Fue una caracterización de alto nivel, sumada a un
vestuario que al espectador local lo remitía a un hombre de campo (tal como plantea
la obra, que describe ese momento inicial de la modernidad en que la población
rural migra a las ciudades para conformar las primeras burguesías); por lo
demás, Gibert descolló en su declamado final, que confirmó una vez más que todo
el que canta debe, además, saber decir. Del resto del elenco se destacó, en el
papel de Betto, Hernán Iturralde (sus máscaras son ya proverbiales), Iván
García como Spinelloccio y María Virginia Savastano como Lauretta en su célebre
súplica al padre; Santiago Martínez como Rinuccio fue pura potencia, mostrando
una voz que seguramente irá adquiriendo matices y ese decir del que hablábamos
más arriba.
Al
salir de la función, en el foyer del teatro, los espectadores pudieron
encontrarse con el túmulo funerario de Buoso Donati, indicativo de tantas
supersticiones que la cultura italiana trajo a estas tierras, donde se
fundieron sincréticamente con otras originarias.
Por
lo demás, sólo resta lamentar que este Gianni
Schicchi haya tenido un calendario tan accidentado, tanto por el injustificable feriado futbolístico como por una función suspendida por falta de covers, recurso
que no puede faltar en una producción del Teatro Colón.
Daniel
Varacalli Costas
Comentarios
Publicar un comentario