'Hermafrodita', informe sobre la ambigüedad

 Hermafrodita, de Alfredo Arias. Coreografía: Mayra Bonard y Carlos Casella. Luces: Matías Sendón. Diseño sonoro: Diego Vainer. Vestuario: Raimondi. Dirección: Alfredo Arias, Mayra Bonard y Carlos Casella. Intérpretes: Mayra Bonard y Carlos Casella. En la Sala A del Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, CABA). Funciones: viernes y sábados a las 21, domingos a las 19, hasta el 23 de abril.


Mayra Bonard y Carlos Casella, dos caras de una misma moneda (Foto: Leandro Allochis)

La historia de Herculine Barbin es desgarradora e inquietante. Su hermafroditismo (tenía órganos sexuales femeninos y masculinos a la vez) no le permitió nunca entender qué era ni elegir qué quería ser. Habiendo sido educada como mujer toda su vida, a los veintiún años fue catalogada de monstruo sobrenatural y una orden judicial le ordenó asumir la condición de hombre. Promediaba el siglo diecinueve: el prejuicio y el rechazo sumió en la angustia al ahora rebautizado Abel Barbin, quien en 1868, decidió suicidarse inhalando gas en su departamento en París, donde vivía en la pobreza. Previamente, había documentado su vida y su padecimiento en sus Memorias, resguardadas por el médico que le realizó la autopsia y descubiertas en los años 70 por el filósofo Michel Foucault, autor de Historia de la sexualidad, quien las publicó en 1978.

Obviamente, en pleno siglo veintiuno y con la reivindicación de las políticas de género a toda marcha el tema adquirió una nueva significación, muy alejada del opresivo tratamiento original. En esa línea y en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) de 2020, el director argentino Alfredo Arias estrenó Hermafrodita, obra inspirada libremente en las memorias de Barbin. El caso dio origen también a la ópera Alexina B de la compositora Raquel García-Tomás, presentada en el Teatro Liceu de Barcelona el pasado mes de marzo.


Bonard y Casella en otro momento de Hermafrodita (Foto: Gentileza CCSan Martín)

Arias confía la narración de la vida de Barbin a dos ‘conferencistas’, un hombre y una mujer, que alternan el relato en primera y tercera persona: un relato desapasionado que se limita a informar el ocultamiento y la condena social, el papel de la religión y el sufrimiento personal de Herculine. Esa exposición a manera de informe, sumada a la falta de sorpresa en el final hacen de Hermafrodita una obra en la que la profundidad de la temática original sobrepasa ampliamente su traducción teatral.

Mayra Bonard y Carlos Casella, autores del esquema coreográfico, asumen con éxito el desafío de hablar ininterrumpidamente mientras bailan, y consiguen personificar la ambigüedad de la historia. Un logrado juego lumínico y de sombras realza la simbiosis entre ambos personajes, y desde lo sonoro se recurre al fauno debussyano, símbolo de erotismo y lascivia, pero también a la música electrónica, en este intento parcialmente exitoso de traer a la actualidad esta historia real ocurrida hace un siglo y medio.

Patricia Casañas

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