RPM, nuevos formatos en nuevos espacios

 RPM. Intérpretes: Natalia Pelayo, Soledad Mangia, Pablo Fermani. Coreografía: Pablo Fermani. Música original: Nicolás Schneerson. Vestuario: Virginia Vega. Video y arte digital: Santiago Saponi /Fede Mackinze / fiero tv. Dirección: Leonardo Kreimer. En Auditorio Arthaus (Bartolomé Mitre 434, CABA). Funciones: jueves, viernes y sábados a las 20, hasta el 6 de mayo. 


Natalia Pelayo, en un personaje atrapante de "RPM" 

Nunca serán demasiados los lugares destinados al arte. Por eso es bienvenida la apertura de Arthaus, emplazado en medio de la city porteña. Una sala de medianas dimensiones, un espacio que se adivina ideal para exposiciones y otras instalaciones aún no inauguradas forman parte de un edificio de oficinas que por la tarde/noche, cuando cesa el mundanal ruido, alberga este moderno centro cultural.

En sintonía con esa modernidad se ofrece RPM, trabajo firmado por Leonardo Kleimer y estrenado en 2019. Se trata de una experiencia inmersiva: el ingreso del público se realiza en una penumbra sólo interrumpida por un foco cenital apuntado a dos bailarines en el centro de la sala. No existe un frente definido; los intérpretes circulan a escasos centímetros del espectador, lo desplazan, invitándolo a experimentar la obra desde diferentes perspectivas visuales y sonoras.


Excelente trabajo de Natalia Pelayo, Soledad Mangia y Pablo Fermani

Kreimer utiliza recursos tecnológicos para narrar un relato apenas delineado, sin tiempo ni lugar: un accidente, una víctima y un trayecto cuyo significado abre distintas lecturas. La mimetización de esa víctima con la res de vaca, el vestuario simulando despojos humanos, su manipulación por los otros dos bailarines, el reencuentro con su pasado (interesante conjunción de imágenes yuxtapuestas) son todos indicios de ese relato que el espectador deberá recomponer y reinterpretar. Hay un único momento que escapa de la sordidez y el misterio, cuando la protagonista calza sus zapatillas de punta para volver a bailar con libertad y hasta alegría. Pero será devuelta nuevamente a esa especie de limbo por los otros dos personajes, que la conducirán a un final sugerente e insospechado.

La colaboración musical de Nicolás Schneerson es fundamental a la hora de crear climas (con un momento pianístico claramente inspirado en algún pasaje de la Rapsodia bohemia de Queen), como también lo son el aspecto lumínico y el arte digital. Pero sin dudas sobre los tres bailarines recae la mayor exposición, y en tal sentido cabe destacar el excelente trabajo dramático de Natalia Pelayo (integrante del Ballet Estable del Teatro Colón), especie de ‘replicante’ de Blade Runner primero, que luego logra componer un personaje atrapante. Soledad Mangia y Pablo Fermani (de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea), autor este último de la intensa coreografía, no le van en zaga tanto en la actuación como en recursos técnicos.

Este interesante formato de obra breve, en un escenario de contornos desdibujados y con la inclusión del público, se va abriendo camino en la oferta de artes escénicas. Bienvenido sea.

Patricia Casañas


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