Un inicio vibrante
Orquesta de Cámara del
Congreso de la Nación. Director: Sebastiano De Filippi. Programa: Erks, la
ciudad metafísica, de Mario García Acevedo. Concierto para clarinete y orquesta
en La mayor, K. 622, de Wolfgang Amadeus Mozart. Solista: Mariano Rey,
clarinete di bassetto. Divertimento para cuerdas en Re mayor, K. 136, de
Wolfgang Amadeus Mozart. Salón de Pasos Perdidos del Congreso Nacional. Función
del 31/3/23.
Dio
comienzo en el Salón de Pasos Perdidos una nueva temporada de la Orquesta del
Congreso de la Nación, la décima que el maestro Sebastiano De Filippi se
encuentra al frente de ella. En un año
complejo en todo sentido, una temporada de diez conciertos es una excelente
noticia para los artistas argentinos, tanto creadores como intérpretes, que encuentran
en esta programación el espacio que merecen.
En lo atinente a la composición, el concierto abrió con una obra de Mario García
Acevedo (1926-2013), el peculiarísimo musicólogo y docente que en esta breve pieza
en un solo segmento (ya interpretado previamente por la orquesta) explota sus
dotes expresivas, oscilando entre la inquietud y la trascendencia que hace
honor a su título: Erks, la ciudad
metafísica. Se trata la pretendida urbe oculta en el valle del Uritorco, leyenda
cuyas proyecciones socio-culturales el maestro De Filippi conoce a fondo, tanto
como que es el autor de La ciudad de la
llama azul, libro de apasionante lectura tanto en clave científica como, si se prefiere, puramente literaria.
La
obra solista –el Concierto para clarinete
de Mozart- deparó al oyente varias sorpresas. En primer lugar, se interpretó
con clarinete di bassetto, el instrumento
para el cual Mozart la concibió originalmente y que tiene una
tesitura más baja que el clarinete en La con el que se la ejecuta habitualmente
merced al arreglo de Anton Stadler, dedicatario de la partitura. Otra singularidad
fue la ausencia de los vientos (flautas, fagotes y cornos a dos) que, sin embargo,
salvo en el subrayado de algunas frases y acordes, no afecta la sonoridad final
de la obra, compensada en parte por la densidad tímbrica que aporta en la línea
solista el tipo de clarinete que se utilizó. No conozco antecedentes de que
esta versión se haya abordado antes en el país; en cualquier caso se trata de
una novedad de alto valor historicista, a lo que se suma el alto nivel alcanzado
por la interpretación. Mariano Rey, solista de la Filarmónica y uno de los más
destacados maestros de su instrumento a nivel internacional, desplegó una lectura
de sensible musicalidad e impecable fraseo; la Orquesta del Congreso acompañó
en una versión de índole incisiva, apoyada en tiempos tendencialmente veloces y
una acentuación tributaria de la estilística de los instrumentos de época.
Luego
de una breve pausa, el concierto concluyó, en la misma línea interpretativa,
con el Divertimento para cuerdas K. 136, de
Mozart, el primero de un ramillete de tres que sintetizan el ideario clásico
por su gracia y transparencia, aspectos a los que los congresistas musicales hicieron
honor. Quedaba gusto a poco en este final, y el maestro De Filippi apeló a una
original opción ya celebrada la temporada anterior: varios miembros de la
orquesta (entre ellos el concertino
Pablo Pereira) y el mismo director, conformaron un cuarteto de cantantes, al
que se sumó un órgano y otro músico en el podio, esta vez para interpretar fuera de programa el Ave Verum de Mozart.
Last but not least, el concierto convocó a un público
numeroso, tanto es así que una parte no pudo ser ubicada en el Salón de Pasos
Perdidos, que debió albergar gente de pie. Las ovaciones fueron contundentes.
Un gran inicio para una temporada que promete brindar los frutos de un decenio
de sostenido trabajo profesional.
Daniel Varacalli Costas
Comentarios
Publicar un comentario