Un pianista rapsódico
Dejan Lazić, piano. Fantasía en Re menor, K. 397 y Sonata en Si bemol mayor, K. 333, de Wolfgang Amadeus Mozart. Sonata en Do sostenido menor “Quasi una fantasia”, Op. 27, No. 2, de Ludwig van Beethoven. El pastor en la roca, D. 965, de Franz Schubert (arr. Lazić). Rapsodias para piano en Si menor, Op. 79, No. 1, y en Sol menor, Op.. 79 No. 2, de Johannes Brahms. Rapsodia al estilo de Istria, Op. 18b, de Dejan Lazić. Mozarteum Argentino. Teatro Colón. Función del 24/4/2023.
Comenzó una nueva temporada del
Mozarteum Argentino, y esto ya por sí es una noticia extraordinaria: se trata actualmente
de la única asociación musical privada capaz de ofrecer una temporada internacional en el país.
La apertura del ciclo en el Teatro Colón
estuvo a cargo del pianista croata Dejan Lazić, en su cuarta presentación para
la entidad. Se trata de un virtuoso de amplia consideración en el circuito
centro-europeo, que además tiene dotes de arreglador y compositor, ambas
acreditadas en el recital que se comenta.
“Rapsodia vienesa” fue el título con
el que conceptualmente el intérprete identificó el programa, como una muestra,
por un lado, de la libertad que alienta su propio estilo y el de las obras
elegidas, al mismo tiempo que remite a la capital austro-húngara, en la que
todos los compositores programados desarrollaron el tramo esencial de sus carreras.
El mismo Lazić podría sumarse a esta lista en
tanto se formó en Salzburgo y se nacionalizó austriaco, aunque su perfil de
artista del siglo XXI lo ha llevado a presentarse en las latitudes más diversas del planeta.
El concierto estuvo dividido en dos
partes: la primera, dedicada a Mozart y Beethoven, con un sesgo más clásico, y
la segunda decididamente romántica. Sin dudas se puede anticipar que Lazić
obtuvo los mejores resultados en la segunda parte, aunque esto pueda resultar
paradójico si se tiene en cuenta que el croata exhibe un toque ligero, grácil,
lejos de sonoridades cavernosas y toques más pesados que muchos pianistas
suelen dedicar al repertorio post-clásico. El motivo es que, a la par de su
agilidad y sutileza, Lazić se toma sus libertades en cuanto a velocidad,
acentos, articulaciones y al fraseo en general, rasgos que por momentos, en obras
como las de Mozart, pueden llegar a sonar arbitrarios. Hay una suerte de empuje
constante que presiona la medida del compás, aceleraciones pero también ralentandos
que extreman su enfoque del estilo clásico. Quizás por este cruce de virtudes performáticas
y decisiones personales, el punto más alto del recital (y esto corre
exclusivamente por cuenta de quien escribe) fue el arreglo del propio Lazić
(realizado en pandemia) de El pastor y la
roca. El lied de Schubert, original
para soprano, clarinete y piano (Lazić también estudió clarinete) se oyó
en una versión que logró dar el justo relieve a sus diversas voces gracias a la
claridad del toque del pianista. Este mismo trabajo textural se hizo patente en
el siguiente, nuevamente a mi juicio, punto alto del concierto, que fue la segunda
de las dos rapsodias que Brahms agrupó bajo el Opus 79.
Seguramente estos dos hitos
bastarían para justificar la totalidad de la propuesta, si no fuera porque para
el final Lazić reservó una obra de su cosecha,
llamada Rapsodia al estilo de Istria,
arreglo de partes de su concierto para piano homónimo, inspirado en principio
en la música de esa península del Adriático donde solía pasar sus vacaciones. Se
trata de un segmento donde el pianista exhibe su libertad creativa sin demasiados
anclajes formales, pero remitiendo siempre, casi con nostalgia, a estilos de la
belle époque, con reminscencias del
folklore, imaginario o real, que alimentó la música de salón. Hacia el
comienzo, un trabajo sobre el registro más agudo del teclado representó el momento
más creativo de la partitura, con una dosis de misterio y sugestión. Luego,
jalonado por acordes que funcionan como falsos finales, la impronta rítmica se impone,
con toques por momentos bartokianos, en otros jazzísticos por su perfil improvisatorio,
redundando en una pieza eficaz para coronar un concierto inspirado en la idea
de lo rapsódico. Fuera de programa, la sexta de las Soirées de Vienne, serie de danzas de Schubert arregladas por
Liszt, siguieron en la misma senda evocativa de un mundo que no deja de soñar
con unir la música y la buena vida.
Daniel
Varacalli Costas
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