'Suite en blanc' y 'Windgames', el cruce de dos mundos

 Suite en blanc. Coreografía: Serge Lifar. Repositor: Charles Jude. Música: Édouard Lalo. Windgames. Coreografía: Patrick De Bana. Müsica: Piotr I. Chaikovski. Intérpretes: Davide Dato (bailarín invitado, Opera Estatal de Viena), primeros bailarines, solistas y cuerpo de baile del Ballet Estable del Teatro Colón. Director: Mario Galizzi. Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón. Oleg Pishenin, violín. Jan Latham-Koenig, director. En el Teatro Colón, hasta el martes 22 de agosto.


La impactante escena de apertura de Suite en blanc (Foto: Arnaldo Colombaroli)

Que la técnica clásica académica es la base de toda la danza es un postulado sostenido por los grandes maestros, factible de verificar aún en las producciones más alejadas de ese género. De allí que en 1943 el legendario Serge Lifar (1905-1986) decidió rendir su homenaje al clasicismo que lo marcó en sus comienzos en la Rusia imperial, y al cual revistió –junto con George Balanchine- de nuevos gestos para poner la piedra fundacional del llamado ‘neoclasicismo’. Así nació Suite en blanc, trabajo cuya última representación en el Colón fue hace más de veinte años, es decir que estas funciones obran a modo de descubrimiento por parte del Ballet Estable.

Luego de la obertura de imponente orquestación, diez segmentos sin argumento unidos por la poesía visual de la danza pura transitan un diseño coreográfico magistral. Dos escaleras que llevan a una doble altura constituyen la única escenografía donde Lifar construye infinitas combinaciones en dúos, tríos, quintetos, solos y escenas de conjunto. Las primeras figuras de la casa lucieron impecables: Juan Pablo Ledo bailó la ‘Mazurka’ con solvencia y del lado femenino se destacaron Ayelén Sánchez (‘La cigarette’) y Carla Vincelli (‘Sérenade’). El final (‘Fête foraine’) cumplió con la intención del autor de crear una ilusión de fuegos artificiales coreográficos.


Paula Cassano e Igor Vallone en Windgames (Foto: Máximo Parpagnoli)

Completó el programa el estreno de Windgames, sobre el Concierto para violín de Chaikovski, con lenguaje contemporáneo pero siempre aludiendo a la base clásica. Se trató de una coreografía interesante, pero totalmente disociada de lo musical, lo cual jugó en contra del resultado final, dada la fuerte personalidad de la partitura elegida. Patrick De Bana estrenó los dos primeros movimientos por separado para compañías distintas, en 2013 y 2017, y luego la obra completa en 2021, concebida como una muestra de su admiración por los míticos Ballets Russes de Diaghilev de principio de siglo. Sin embargo, nada remite al espíritu de esa compañía, salvo un par de explícitas alusiones al fauno de Nijinski o al cisne fokiniano, o alguna perdida pose de El espectro de la rosa. Las interpretaciones fueron lo más rescatables de Windgames, comenzando por el magnífico Davide Dato, del Ballet de la Ópera Estatal de Viena, de gran plasticidad y técnica. Entre los locales, Paula Cassano puso su elegante figura y su expresividad al servicio de la ‘Canzonetta’ central, eficazmente acompañada por Igor Vallone. Desde el foso, Oleg Pishenin ofreció una impecable ejecución solista y la Asociación de Profesores de la Estable acompañó toda la función con notable desempeño.

Patricia Casañas

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