La ópera en el país de las maravillas

Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland). Ópera de cámara en un acto de Marta Lambertini. Libreto de Marta Lambertini, adaptación libre de la novela Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol. Versión semi-escenificada. Dirección Musical: Natalia Salinas. Dirección escénica y vestuario: Marlon Zé. Iluminación: Jorge Gangl. Reparto: Antonella Zanetti (Alice), Julián Molinero (Carroll / Conejo blanco / Oruga / Falsa tortuga / El sombrerero), Virginia Guevara (Edith / Gato de Cheshire / Liebre de Marzo / Naipe), Mónica Nogales (Lorina / Gato de Cheshire / Lirón / Naipe) y Camila Piccolo (Reina). Alumnos de las carreras de Canto, Dirección Escénica de Ópera, Artes Escenotécnicas y Preparación Musical de Ópera del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Ensamble Instrumental del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Teatro Colón. Función del 8/9/2022.

Antonella Zanetti en el protagónico de la ópera más representada de Marta Lambertini. Foto: Máximo Parpagnoli / Gentileza Prensa TC

En el rico historial del Teatro Colón sólo llegó a la sala principal una ópera compuesta por una mujer: Paolo e Virginia de María Isabel Curuberto Godoy (1898-1959), en agosto de 1946. Y dos mujeres subieron al podio para dirigir ópera: Eve Queler en 2004 y Kery-Lynn Wilson en 2022. Es por ello que el pasado 8 de septiembre de 2023 fue un día para recordar. Subió escena en la sala principal una ópera compuesta por una mujer y empuñó la batuta otra mujer. Nos referimos a la compositora Marta Lambertini (1937-2019) y a la maestra Natalia Salinas.

Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland) de Marta Lambertini es la ópera de cámara contemporánea de autor argentino más exitosa de los últimos años. Estrenada en el Instituto Goethe de Buenos Aires el 28 de marzo de 1989 y comisionada por el mismo Goethe Institut, fue elegida en 1993 para integrar la programación del hoy Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC); se repuso en el Centro Cultural Borges en 1998 y en 1999 el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón la ofreció en el Teatro Avenida. Si tomamos las estadísticas de óperas de compositores argentinos entre 1877 con el estreno de La gatta bianca y este 2023 con el estreno hace días de Felicidad de Marcos Franciosi, la obra de Lambertini se ubica entre las diez más representadas, tanto por cantidad de funciones como de temporadas o reposiciones.

La obra tiene como particularidad que incluye al propio Lewis Carroll, quien aparece como narrador  para asumir luego diversos personajes. También las hermanas de Alicia, Edith y Lorina, hacen lo propio. Alicia, en cambio, sólo se representa a sí misma, al igual que la Reina.

La ópera en lo musical juega, como el libro de Carroll, con la intertextualidad. Así se encuentran citas de muchos compositores convenientemente claras, pero a la vez tamizadas por la creatividad de Lambertini, y se combinan textos en inglés, recitativos en italiano, recitados rítmicos en un español con un dejo británico, el español cantado -como en el aire de tango de la sopa de tortuga- y hasta alguna palabra en alemán. También aparece el humor inglés, bien realizado o complementado mediante el humor rioplatense.

En esta oportunidad la obra se ofreció en versión semi-montada por parte de alumnos de las carreras de Canto, Dirección Escénica de Ópera, Artes Escenotécnicas y Preparación Musical de Ópera del Instituto del Colón, bajo la tutoría de sus maestros. La versión propuesta por Marlon Zé es sencilla y funcional. En el espacio designado para la escena, que fue de una mitad del proscenio –mirando desde la sala a la derecha- el alumno de la carrera de dirección escénica de ópera hizo mover muy coherentemente a los cinco personajes, de los cuales tres se desdoblan en varios. Un pequeño carro movible con cortinas negras fue la escueta ambientación para permitir la entrada o salida de los cantantes. Paraguas de distintos colores enmarcaron la acción en varios momentos, así como el hongo que prescribe el texto, todo lo cual se complementó con un colorido y adecuado vestuario. El cambio de personajes se dio por medio de sombreros muy creativos pensados por el mismo Marlon Zé: así Caroll tiene un libro por sombrero, el conejo blanco precisamente una cabeza de conejo, la oruga exhibe, además del respectivo sombrero, una cola verde; hay sombreros con una taza de té, un narguile o con las orejas de la liebre. La creativa puesta fue bien iluminada por Jorge Gangl.

Una colorida escena de Alicia en el país de las maravillas, de la mano de la concepción escénica y el vestuario de Marlon Zé y la iluminación de Jorge Gangl. Foto: Máximo Parpagnoli / Gentileza Prensa TC

En el costado izquierdo -según mira el espectador- se colocó el Ensamble de quince músicos. Desde la punta izquierda casi sobre el palco avant-scene se instaló el podio para la directora de orquesta que podía perfectamente ver y ser vista tanto por los músicos como por los cantantes.

Natalia Salinas condujo con mano segura y compenetrada tanto al ensamble instrumental como a los alumnos-cantantes. Se notó el gran trabajo de preparación previo y el adecuado conocimiento de la partitura por parte de la maestra. Su muy buena concertación se notó en cada momento, así como la atención a cada detalle.

Los cantantes involucrados fueron precisos, con voces bien trabajadas y de buena proyección. Por longitud de la parte se destacaron Antonella Zanetti (Alice) y Julián Molinero (Carroll / Conejo blanco / Oruga / Falsa tortuga / El sombrerero).

Acompañaron con muy buenas prestaciones Virginia Guevara (Edith / Gato de Cheshire / Liebre de Marzo / Naipe), Mónica Nogales (Lorina / Gato de Cheshire / Lirón / Naipe) y Camila Piccolo (Reina).

En suma: una muy buena tarde de ópera que nos hace redescubrir el talento de Marta Lambertini, apreciar el de Natalia Salinas y pensar en el buen futuro de la ópera. Las razones están a la vista: todos los jóvenes involucrados en esta representación y la buena cantidad de espectadores de edades inferiores a la media que asistieron al espectáculo, fruto del gran trabajo que siempre desarrolla el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón.

Gustavo Gabriel Otero

 

 

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