"La fierecilla domada", comedia en danza

 La fierecilla domada. Ballet en dos actos. Coreografía: John Cranko. Música: Kurt-Heinz Stolze, sobre Domenico Scarlatti. Coreólogo repositor: Pablo Arahonian. Supervisión general: Marcia Haydée.  Intérpretes: Osiel Gouneo (Ballet de la Ópera Estatal de Munich), Camila Bocca, Federico Fernández, Ayelén Sánchez, solistas y cuerpo de baile del Ballet Estable del Teatro Colón. Director: Mario Gallizzi. Orquesta Estable del Teatro Colón. Director: Javier Logioia Orbe. En el Teatro Colón, el domingo 15 de octubre.

Impactante Osiel Gouneo como Petruchio (Foto: Máximo Parpagnoli)

¿Puede hoy causar gracia una historia escrita hace más de cuatrocientos años? Si salió de la pluma de William Shakespeare, sí. Y si además fue llevada al ballet por un genio de la danza teatral como John Cranko, ya no caben dudas. La fierecilla domada –de ella se trata- conserva toda la frescura y el ingenio que el coreógrafo sudafricano, pilar del Ballet de Stuttgart, le imprimió en 1969.

Cranko ya había experimentado la simbiosis de la danza y el drama nada menos que con Romeo y Julieta (1962) y Onieguin (1965). Las heroínas de ambas obras, Julieta y Tatiana, reconocen una misma musa: Marcia Haydée (86), querida artista que ahora se encuentra en Buenos Aires, trabajando en el Teatro Colón para volcar en la generación actual toda su experiencia y su amor por nuestro Ballet Estable, del cual es amplia conocedora.

Camila Bocca y Osiel Gouneo (Foto: Máximo Parpagnoli)

En sus breves cuarenta y seis años de vida, Cranko dejó sentadas las bases de lo que debe ser el drama coreográfico: cada bailarín debe poder “decir” su parlamento con claridad, sin descuidar el complicado neoclasicismo delineado por el coreógrafo. Para ello, el intérprete debe explorar y explotar al máximo sus recursos actorales, algo especialmente difícil para los bailarines, poco acostumbrados a incursionar en un repertorio que no tiene muchos ejemplos en la danza: la comedia.

Cómo transitar ese delicado equilibrio entre lo cómico y lo ridículo es un camino que Cranko se ocupó de marcar con maestría. Sus criaturas están llenas de un humor que emana de su misma esencia, sin afectaciones inútiles. La “fierecilla” es Catalina, la hija mayor de Bautista, violenta y permanentemente iracunda por el interés que despierta en sus pretendientes su hermana menor, Blanca, que es su antítesis en cuanto a carácter. Petruchio, seductor y astuto, domará a Catalina primero mediante el hambre y el frío, pero luego la conquistará con su amor.

A treinta años de su estreno en el Colón de la mano de Julio Bocca y Alessandra Ferri, volvió esta obra deslumbrante al escenario de nuestro primer coliseo, casi un estreno tanto para el público como para el Ballet Estable. En la función que comentamos, el cubano Osiel Gouneo, radicado en Munich, sencillamente deslumbró como Petruchio, con una técnica perfecta amalgamada a un histrionismo contundente. Su simpatía y expresividad fueron parejos con saltos y giros espectaculares, que sumados a su perfecto trabajo como partenaire en dificilísimos lifts hicieron de Gouneo un Petruchio perfecto.

Ayelén Sánchez y Federico Fernández (Foto: Máximo Parpagnoli)

Camila Bocca como Catalina desplegó amplios recursos de comediante, en un papel que le queda ideal. De igual modo, Ayelén Sánchez encaró con gran solvencia a Blanca, la contracara de su explosiva hermana. Federico Fernández interpretó con expresividad y convicción a Lucencio, pretendiente de Blanca, pero un desafortunado accidente fuera de escena le impidió actuar en el segundo acto, donde lo reemplazó Gerardo Wyss. Párrafo aparte merecen los desopilantes Emanuel Abruzzo y Vinicius Vasconcellos como Hortensio y Gremio, engranajes precisos en un mecanismo de relojería musical, coreográfico y dramático que entretejieron junto a Cecilia Lucero y Luciana Barrirero, excelentes como las dos taberneras. El cuerpo de baile y los alumnos del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón se sumaron con precisión a esta verdadera celebración de la danza.

Muy interesante resultó el trabajo del pianista y clavecinista alemán Kurt-Heinz Stolze sobre las partituras de Domenico Scarlatti. Sabiamente guiados por el maestro Javier Logioia Orbe, la Orquesta Estable y en especial sus solistas (el concertino Freddy Varela Montero, Jorge de la Vega en flauta, Martín Auza en flautín, entre otros) junto a Mariano Manzanelli en piano y Manuel de Olaso en clave, dieron un intenso marco musical a esta excelente Fierecilla que, esperamos, vuelva a escena en las próximas temporadas.

Patricia Casañas

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