El Mesías cerró el Ciclo Barroco

El Mesías, oratorio en tres partes, para solistas, coro y orquesta, HWV 56 de Georg Friedrich Händel. Solistas: Verónica Cangemi, soprano; Xabier Sabata, contratenor; Duke Kim, tenor; Christian Immler, bajo-barítono. Academia Coral del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Director: César Bustamante. Bach Consort Wien y Orquesta Barroca Argentina. Director: Rubén Dubrovsky. Ciclo Barroco. Teatro Colón. Función del 18/12/2023.

La soprano Verónica Cangemi y el director Rubén Dubrovsky en El Mesías. Foto: Arnaldo Colombaroli - Gentileza Prensa TC

Por sus dimensiones, su historia y hasta por su programación no es el Teatro Colón una sala donde las obras del Barroco se presenten con regularidad ni en versiones históricamente informadas. Por eso este Ciclo Barroco, que tiene la curaduría de la soprano y gestora cultural Verónica Cangemi, es más que bienvenido. Este año contó con la presencia del Gabetta Consort, el sopranista Bruno de Sá con un conjunto orquestal dirigido por Alessandro de Marchi, la Capella Mediterránea que dirige Leonardo García Alarcón y con esta versión de El Mesías de Händel dirigido por Rubén Dubrovsky. Estaba, además, programada la visita de Jean-Christophe Spinosi, la cual, por motivos que no se dieron a conocer, no se realizó.

Con 34 instrumentistas pertenecientes al Bach Consort Wien y a la Orquesta Barroca Argentina se formó el conjunto orquestal de especialistas que se presentó en el concierto que se reseña y que evidenció una formación de excelencia y perfecto estilo.

Rubén Dubrovsky, director de orquesta argentino radicado hace años en Viena, puso de manifiesto en su debut en la sala del Colón su empatía con el repertorio, su bien ganado lugar en el circuito internacional y su calidad como concertador.

La versión ofrecida fue equilibrada, con perfecta conjunción de los distintos instrumentos, tiempos ágiles y la adecuada gama de claroscuros que la obra necesita. Los conjuntos con visión historicista -o históricamente informados- por sus cuerdas de tripa necesitan ajustar la afinación en algunos momentos y el clima de Buenos Aires, y más en un día con lluvia y muchísima humedad, no es el mejor contexto. Con mucho humor Dubrovsky le dijo al público en un momento en que tuvo que frenar la ejecución para volver a afinar los instrumentos que “lo que mata es la humedad”, frase porteña si las hay.

Una grata sorpresa fue la presencia del Coro de la Academia Coral del Instituto Superior de Arte del Colón que dirige con éxito César Bustamante. Con 14 voces femeninas y 11 masculinas de una juventud apabullante ya que el promedio de edad es bastante menor a los 30 años y si hacemos solo el promedio femenino quizás no llegue a los 25. El Coro había demostrado su calidad, en su primera presentación en julio de este año, en Il campanello que ofreció la Ópera de Cámara; aquí brilló en toda la extensión de la partitura.

El cuarteto solista resultó solvente y en estilo. Así la soprano Verónica Cangemi resaltó por su profesionalidad, entrega y pleno conocimiento del estilo; agilidad vocal y exquisita musicalidad. El bajo-barítono Christian Immler mostró a su vez belleza vocal, perfección en la emisión y volumen y proyección adecuados. El contratenor Xabier Sabata tomó la parte de la contralto con seguridad y estilo mientras que el joven tenor coreano Duke Kim (que reemplazó al anunciado Josh Lovell) demostró muy buenas condiciones.

Dos notas de color, si se quiere denominarlas así. La primera, el público aplaudió aleatoriamente durante toda la función, haciendo perder la continuidad, y en el final se repitió el Aleluya con el coro, como está indicado, y los cuatro solistas. En ese momento el director de orquesta se quitó el saco (una especie de levita negra) y dirigió el bis con la camiseta de la Selección Argentina (la número 10 de Messi) que tenía puesta debajo y sin que se viera durante el concierto; homenaje al primer año de la tercera copa del mundo lograda en un campeonato mundial de fútbol. El porteñísimo Dubrovsky sacó a relucir toda su argentinidad y a la gran mayoría del público le pareció un gesto de simpatía, que culminó con grandes ovaciones.

Hacemos votos que en el futuro este Ciclo Barroco pueda continuar y fortalecerse atento al alto nivel desarrollado en la presente temporada.

Gustavo Gabriel Otero

 

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