LA BELLA DURMIENTE DEL BOSQUE, reencuentro con Marianela Núñez

La bella durmiente del bosque. Ballet en un prólogo y tres actos. Coreografía de Mario Galizzi, basada en Marius Petipa. Música de Piotr Ilich Chaikovski. Diseño de escenografía: Christian Prego. Vestuario: Aníbal Lápiz. Iluminación: Rubén Conde. Intérpretes: Marianela Nuñez (Royal Ballet de Londres), Federico Fernández, Ayelén Sánchez, Rocío Agüero, solistas y cuerpo de baile del Ballet Estable del Teatro Colón. Director: Mario Galizzi. Orquesta Estable del Teatro Colón. Director: Carlos Calleja. En el Teatro Colón, el domingo 23 de junio.

Marianela Núñez y Federico Fernández (Foto Arnaldo Colombaroli)

Cualquier ocasión es buena para tener sobre el escenario del Teatro Colón a Marianela Núñez, primera figura del Royal Ballet de Londres. Pero mucho más si se trata de un ballet féerie, con toda la pompa y grandilocuencia de La bella durmiente del bosque. Nacido en 1890 para homenajear a los zares rusos y a la Francia de Luis XIV, se trata de un espectáculo ideal para la participación de solistas brillantes, un cuerpo de baile afiatado y numeroso, y hasta los alumnos del Instituto Superior de Arte del Teatro, muchos de ellos en su debut escénico.

La versión de Mario Galizzi, estrenada en el Colón en 1990, innova principalmente en el segundo acto, dando más presencia al Príncipe y descartando las danzas del cortejo que lo acompaña en la caza. También reduce el tradicional desfile de personajes de cuentos de hadas invitados a las bodas de Aurora y Desirée: no están aquí ni Caperucita ni el Gato con Botas, pero sí Pulgarcito, el Pájaro Azul y las Joyas. El coreógrafo logra de este modo agilizar la dramaturgia y acortar la extensa duración de la obra, que aún así se acerca a las tres horas. Otro punto importante del trabajo de Galizzi es tratamiento del personaje de Carabosse, el hada enojada por la falta de invitación a la fiesta del bautismo de Aurora, una conjunción de pantomima y difícil coreografía que requiere una importante elaboración.

Final del ballet (Foto Arnaldo Colombaroli)

En la función que se comenta, a sala llena, Marianela Núñez hizo su entrada en medio de calurosos aplausos que se repetirían ante cada intervención suya. La estrella argentina brindó una interpretación muy particular del personaje de Aurora, un rol difícil para extraerle un sentido dramático; sin embargo, la bailarina lo logró, con gestos aniñados en el primer acto, contenida expresión en el segundo y brillante alegría en el tercero. Su personalidad luminosa y su carisma inundaron la escena, sumados a la técnica impresionante y sutil que es su sello artístico. Federico Fernández fue su excelente partenaire, un Príncipe de lucida técnica, ideal en figura y porte.


La deslumbrante pareja central (Foto Arnaldo Colombaroli)

Una verdadera revelación fue la actuación de Rocío Agüero como Carabosse. La joven bailarina realizó un profundo estudio del papel, lo cual le permitió explotar a fondo sus matices dramáticos, a la vez que demostró gran seguridad en las partes bailadas. La contracara, el Hada Lila, estuvo a cargo de Ayelén Sánchez, delicada y prolija. Entre los demás comprimarios se destacó el virtuosismo de Jiva Velázquez como el Oro, y el impecable dúo del Pájaro Azul y la Princesa Florisse, bailado brillantemente por Yosmer Carreño y Beatriz Boos.

Patricia Casañas 

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