El Colón para chicos, para volver siempre

Mundodanza. Coreografía y dirección: Laura Falcoff. Dirección musical y arreglo orquestal: Pablo Bocchimuzzi. Iluminación: Magalí Perel. Diseñador de iluminación asociado: Fernando Chacoma. Reposición de vestuario: Jorge López. Coordinación de caracterización: Roberto Mohr y Adriana Belli. Bailarines: Julieta Fochesato, Milena Losinno, Sol Ahusborde, Tiago Lorenzo, Uriel Florentín, Felipe Broncano. Ensamble Instrumental del ISATC. En el CETC, de martes a domingo a las 11,30, hasta el 28 de julio.

Colin y Colette. Puesta en escena, coreografía y dirección: Alejandro Cervera. Dirección musical y arreglo orquestal: Nicolás Kapustiansky. Dramaturgia y adaptación al español: Joaquín Bonet. Preparación vocal: Marcela Esoin. Iluminación: Ariel Conde. Vestuario: Jorge López. Coordinación de caracterización: Roberto Mohr y Adriana Belli. Cantantes: Antonio Franconetti, Virginia Guevara, Mauricio Meren, Denise Pertusi, Agustín Draniczarek, Julián Molinero, Pablo Pintos. Bailarines: Pau Miguez, Thamar Ambartsoumian, Caterina Graziani, Elzo, Vaca, Malena Sforzini, Hernán Álvarez, Milena Ledesma, Mateo Quimpos, Jeremías Zanabria, Lucero Zavaleta, Enzo Serrano, Olivia Pratto. Ensamble Instrumental del ISATC. En la Sala del Teatro Colón, sábados y domingos a las 11 hasta el 28 de julio. 


Jóvenes bailarines del ISATC en "Mundodanza" (Foto Arnaldo Colombaroli)

En esta época invernal en que las calles, cines y teatros se pueblan de infinidad de chicos ansiosos de recorrer cuanta propuesta en espectáculos infantiles hay en Buenos Aires, atraerlos hacia el Teatro Colón es un desafío nada fácil. Más allá de la curiosidad que el  edificio en sí provoca –esa especie de “inmenso palacio dorado” según la definición de una nena-, lograr que una ópera o un ballet cautiven a la menuda audiencia es un reto que no siempre llega a buen destino.

Las dos producciones que comentamos aquí parecen haberlo conseguido. En el Centro de Experimentación del Teatro Colón se ofrece Mundodanza, creada en 2013 por la coreógrafa y crítica de danza Laura Falcoff. Con el pórtico musical de Non piú andrai, la célebre aria de Las bodas de Figaro de Mozart, comienza una serie de microhistorias con situaciones no exentas de humor y romance. Media docena de jóvenes bailarines de la carrera de Danza del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISATC) son los dúctiles elementos con los que la coreógrafa trabaja estos breves episodios, algunos evocativos de la corte del siglo XVIII, otros con un dejo circense, dúos, tríos, cuartetos y alguna risueña alusión al Apolo balanchineano: puro movimiento, expresividad y color en situaciones  donde la danza es el único e impar lenguaje. También perteneciente al ISATC, el Ensamble instrumental dirigido por Pablo Bocchimuzzi hace el invalorable aporte de la música en vivo. La risa espontánea y las caritas atentas de algunos chicos acodados al pie del escenario dan cuenta del éxito de la propuesta, que divierte a adultos por igual.


 

Ópera y danza en "Colin y Colette" (Foto Arnaldo Colombaroli)

En una sintonía totalmente distinta, Colin y Colette ocupa el proscenio de la sala mayor del Colón por estos días. Basada en la ópera El adivino de la aldea de Jean Jacques Rousseau estrenada en 1752, lleva libreto del autor, el cual aborda la historia de la infidelidad del pastor Colin hacia su prometida Colette. La intervención de un adivino será fundamental para desenredar el embrollo amoroso y arribar al imprescindible final feliz. Alejandro Cervera y Joaquín Bonet adaptaron y actualizaron dramáticamente la obra, incorporando numerosos y vistosos personajes cuya función queda librada a la imaginación del espectador. Al trío de protagonistas se suman un superhéroe, un gaucho, dos aldeanos, una bailarina de comparsa y otra clásica, un oso y una mona (todos alumnos de Danza del ISATC) que se ocupan con gran lucimiento de los interludios bailados y de las acotaciones dramáticas. Lo que podría ser un despropósito es todo un hallazgo, puesto que los pequeños espectadores reaccionan inmediatamente exteriorizando sus simpatías hacia tal o cual personaje. La soprano Virginia Guevara, de clara y potente emisión, logró que su voz corriera con facilidad por la sala; el tenor Antonio Franconetti exhibió buen material sonoro, y ambos cantantes personificaron con simpatía a los protagonistas, como también lo hizo Mauricio Meren como el adivino. Dentro del cuadro de bailarines, la pareja integrada por Thamar Ambartsoumian y Pau Miguez fue excelente como los pícaros ayudantes del adivino.

Los artistas saludando en el foyer del Teatro Colón (Foto Juanjo Bruzza)

Al comenzar la función el director Nicolás Kapustiansky se sumó con carisma a la interacción con el público. Ante la selva de manos alzadas que respondió a la pregunta “¿Quién viene al Colón por primera vez?”, podemos augurar que seguramente no será la  última, a juzgar por la fascinación con que los niños (y a no negarlo, los grandes también) saludaron a todos los intérpretes en el foyer del Teatro, una saludable tradición felizmente recuperada.

Patricia Casañas



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