Cuatro rostros de Araiz
Cuatro tiempos. “Cantares” (Música de Maurice Ravel), “Rapsodia” (Música de Serguei Rachmaninov), “L’hirondelle” (Música de Maurice Ravel) y “El mar” (Música de Claude Debussy). Solistas y cuerpo de baile del Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata. Directora: María Fernanda Bianchi. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata. Director: Carlos Calleja. Solista en piano: José David Rocha. En la sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino – Centro Provincial de las Artes de La Plata, el viernes 16 de agosto. Próximas funciones: domingos 18 y 25 de agosto a las 17, jueves 22 y sábado 24 de agosto a las 20.
Recorrer los poco más de 50 kilómetros que separan las ciudades de Buenos Aires y La Plata hasta llegar al Teatro Argentino suele tener como recompensa disfrutar de conciertos y espectáculos de calidad, inteligentemente armados y con excelentes intérpretes, y esta no fue la excepción.
Un verdadero programa monográfico con una refinada selección de piezas del catálogo creativo de Oscar Araiz se ofrece por estos días en la Sala Ginastera. Araiz es el gran coreógrafo contemporáneo argentino: fundador del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, su cercanía artística y espiritual con Dore Hoyer y Renate Schottelius en sus años de formación lo sitúa en un camino donde la simbiosis entre esa herencia y su propio estilo y personalidad ha dejado obras inolvidables. A sus 83 años, Araiz transmite una contagiosa energía, y se agradece la iniciativa de las autoridades del Argentino de provocar este valiosísimo reencuentro entre su compañía de ballet y el coreógrafo. Conviven en el elenco figuras consagradas que ya han trabajado en otras oportunidades con el maestro, y también bailarines muy jóvenes que se ven enriquecidos con esta invaluable experiencia.
“Cuatro tiempos” reúne igual número de piezas compuestas durante el período en que Araiz fue director del Ballet del Gran Teatro de Ginebra. Revisitar “Cantares” es siempre un placer, con toda su carga de hispanidad donde la mujer es depositaria de misterio, dolor, fuerza, pena, pero también protagonista del estallido de alegría y color final. Todo el elenco femenino lució espléndido, encabezado por la expresiva María Belén Burghi.
“Rapsodia” trae a escena una imaginaria partida de naipes, donde los destinos y las emociones forman parte de las estrategias de cada personaje, diseñadas sobre la Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rachmaninov. Fuerzas en constante balance y desbalance y relaciones que se entrecruzan según los caprichos del azar, van marcando un universo complejo y atrapante; parte del juego es descifrar su trama, y queda en la imaginación del espectador. Araiz propone así uno de los desafíos del arte: la actitud activa del recipiendario, la labor de completar el trabajo del autor con elementos de la propia historia y experiencia.
El extenso dúo que abarca las Variaciones XI a XVI de la partitura encuentra en Aldana Bidegaray y Miguel Ángel Klug a dos intérpretes excelentes, que se pliegan a la propuesta con entrega y talento. La elegancia y misterio que emanan de la figura de Agustina Flores Saavedra y la expresividad algo inquietante de Valentín Fernández como el Joker son destacables dentro de un elenco de notables bailarines-actores. El reencuentro con una de las grandes primeras bailarinas de la casa, Julieta Paul, deparó una bienvenida sorpresa luego de su anunciado retiro en abril de este año. Junto a Marcos Becerra, ofrecieron un dúo lleno de romanticismo y musicalidad abrazados por la famosa Variación XVIII.
Misia Sert fue un influyente personaje durante la belle èpoque, relacionada sentimentalmente con algunos de los popes de la literatura y pintura del París de esos años. “L’hirondelle” la retrata en ese aspecto, persiguiendo siempre ese amor ideal que se le escapa de las manos. Delicada, fina y glamorosa, Elizabeth Antúnez logra elaborar magníficamente el personaje; dentro del elenco masculino que la acompaña resaltan las histriónicas interpretaciones de Valentín Fernández e Israel Ayala da Graça.
Cerrando la función, “El mar” volvió a inundar de belleza el escenario del Argentino, con sus impactantes evoluciones corales. Todo el cuerpo de baile se sumergió en el espíritu de la obra con devoción y entrega.
Múltiples exigencias musicales contienen las partituras elegidas por el coreógrafo para las piezas de este programa. Todas fueron resueltas por la Orquesta Estable del Teatro, guiada por la experimentada batuta de Carlos Calleja.
Patricia Casañas
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