Margarita Bali: El tiempo, el juego, la vida
La danza
contemporánea propicia la longevidad. Y si no, veamos los ejemplos de Mary
Wigman (87 años), Gret Palucca (91), Ruth St Denis (89), Martha Graham (97), Merce
Cunningham (90), o nuestra María Fux (101). Sin ir más lejos, el pasado agosto
el Ballet del Teatro Argentino de La Plata armó un programa con cuatro obras de
Oscar Araiz montadas por él mismo, que a sus 83 años demuestra un dinamismo y un
humor sanamente envidiables.
La
contrapartida argentina femenina de Araiz en esta etapa es la bailarina y
coreógrafa Margarita Bali (81), que en cuatro funciones semanales da una
lección de vitalidad artística. Impregnado de poesía, su Juego del tiempo propone dialogar desde el presente con su
recorrido artístico. Además de coreógrafa, bailarina, fundadora hace 40 años del
grupo Núcleodanza junto a Susana Tambutti y Ana Deutsch, Bali transitó los
caminos de la biología, el cine y la videodanza, aspectos que enriquecieron su
carrera y que se ven retratados en la pieza.
Cuando Bali
aparece en escena, su delicada figura y su melena corte Marilú sugieren una
fragilidad que no es tal: de firmes equilibrios, con gran tonicidad muscular y
precisa musicalidad, esta dama del movimiento continúa bailando como si el
tiempo no hubiera transcurrido, en un juego que no solo es temporal sino
también espacial. Margarita baila sola, durante una hora matizada con muy pocas
interrupciones, sin que su físico acuse recibo de la tensión escénica. Interminables
diálogos y juegos de su cuerpo con su sombra independizada simbolizan
poéticamente un momento de balance y de memoria. Gracias a la tecnología y a la
mágica iluminación de Eli Sirlin, podemos en cuestión de segundos construir el Universo Bali (tal el título del libro
de su autoría) donde conviven medusas, máscaras, escaleras, escenas acuáticas,
galaxias... todos elementos presentes en sus obras. Imágenes fílmicas y
fotográficas documentan su historia, incluida su coreografía para la película El exilio de Gardel de Pino Solanas, y
ella, de espaldas al público, las disfruta con nosotros. La deconstrucción
final sorprende y maravilla.
Si el espectador es seguidor de la trayectoria de
Margarita Bali, seguramente se deleitará reconociendo códigos y guiños en Juegos del tiempo. Si no lo es,
encontrará una obra de gran belleza protagonizada por una artista admirable y
ejemplar, que todos los coreógrafos de la nueva generación no deberían dejar de
conocer.
Patricia Casañas
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