El Argentino rompió el hielo con Puccini

Concierto lírico. Obras de Giacomo Puccini. Directores musicales: Carlos Vieu y Mario Perusso. Director del Coro: Santiago Cano. Directora del Coro de Niños: Mónica Dagorret. Solistas: Arnaldo Quiroga, Enrique Folger, Juan Carlos Vassallo y Fermín Prieto (tenores); María Belén Rivarola, Marina Silva, María Castillo de Lima, Paula Almerares y Monserrat Maldonado (sopranos); Omar Carrión y Leonardo López Linares (barítonos); Alejandra Malvino (mezzosoprano). Orquesta, Coro y Coro de Niños del Teatro Argentino de La Plata. Teatro Argentino. La Plata. Función del 3/3/2023.

 

Saludo final en la gala platense por el centenario de Puccini. Foto: Guillermo Genitti / Gentileza Prensa Teatro Argentino.

Este año se conmemora en todo el mundo el centenario de la partida física de Giacomo Puccini (Bruselas, 29 de noviembre de 1924). Nunca más certera la aclaración de “física” que en su caso, el de un compositor que sigue convocando y conmoviendo en un mundo tan distinto de aquel en el que le tocó vivir.

El Teatro Argentino de La Plata tomó la delantera en materia de homenajes en nuestro país, lo que se explica porque tanto su actual director musical, el maestro Carlos Vieu, como el director que sostuvo la compañía durante su prolongado cierre tras la pérdida de su edificio original, el maestro Mario Perusso, fueron los dos artífices de la propuesta. A ella se sumaron otros cuerpos artísticos de la casa (Coro y Coro de Niños) y un elenco de cantantes de primer orden que dieron vida a una extensa galería de personajes puccinianos.

De hecho, se trató de una casi completa selección que abarcó más de dos horas de música, y de la cual solo estuvo excluido el Tríptico y el final de Turandot completado por Franco Alfano, omisiones atribuibles, según trascendió, a temas de derechos. Por lo demás, hasta se pudieron apreciar fragmentos de los dos primeros títulos del maestro de Lucca: Le Villi y Edgar, que nunca se dieron en el Argentino. Cabe agregar que Edgar sigue siendo una deuda también del Colón, pese a que Puccini estrenó en Buenos Aires su versión definitiva (Teatro de la Ópera, 1905). Los segmentos estuvieron sabiamente distribuidos, así como la alternancia de ambos directores y de las partes instrumentales, arias y algunas escenas de conjunto.

La Orquesta Estable se presentó, en la función que se reseña, con sus solistas adjuntos, como Ana Cristina Tartza en calidad de concertino, Ricardo Bugallo liderando las violas y Tomás Altmann (en su debut) al frente de la fila de chelos.

El concierto fue una verdadera fiesta, en una sala que se vio repleta en la segunda función que se ofrecía del concierto, con entrada libre y gratuita. El elenco vocal reunió, como se dijo, a experimentados profesionales de nuestro medio, que cumplieron una tarea en general homogénea y comprometida. Se destacaron, entre ellos, Omar Carrión en el aria de Edgar (“Questo amor, vergogna mia”), Marina Silva en “Chi il bel sogno di Doretta” (con el aporte de Eduviges Picone desde el piano), Leonardo López Linares, con el concurso del Coro, el Coro de Niños y la Orquesta en el final del primer acto, con Te Deum incluido, de Tosca; Enrique Folger en “E lucevan le stelle” (con el solo de clarinete de Amalia del Giudice), Fermín Prieto y Monserrat Maldonado en “Che gelida manina”, “Si, mi chiamano Mimi” y “O soave fanciulla” de La Bohème, Monserrat Maldonado y Alejandra Malvino en el “Dúo de las flores” de Madama Butterfly y la conmovedora última página que Puccini escribió: “Tu, che di gel sei cinta”, que incluyó la muerte de Liú por Marina Silva y el sensible marco dado por el Coro Estable. El no mencionar otros segmentos o artistas no significa que esos momentos no hayan sido meritorios, dado que, se reitera, el rendimiento fue en general parejo, más allá de algún que otro desajuste de ensamble.

El maestro Carlos Vieu dirige a Monserrat Maldonado y Fermín Prieto en La Bohème. Foto: Guillermo Genitti / Gentileza Prensa Teatro Argentino.

Entre los datos que merecen consignarse se cuenta la presentación en ropa de calle tanto de los músicos como fundamentalmente de los coreutas, que fueron al respecto bastante menos discretos; la explicación fue la falta de aire acondicionado, que se hizo sentir por momentos; el contraste lo dieron los coreutas infantiles, a quienes se los presentó vestidos de monaguillos (por su intervención en Tosca). El tema acústico no fue menor; desde una ubicación de la platea cercana al palco escénico la proyección del sonido orquestal es limitada, especialmente de la mitad de la orquesta hacia atrás, salvo en los momentos de fortissimo; no así la de los cantantes. Por otro lado, un buen punto estuvo dado por la implementación de una nueva pantalla de sobretitulado, obtenida gracias al apoyo de la Asociación Argentina de Dermatología y la Fundación Teatro Argentino, según se anunció.  Gracias a ello, se pudo seguir perfectamente el programa y los textos de arias y escenas.

El maestro Mario Perusso, referencia ineludible de la vida musical en la Argentina, saluda al final del concierto. Foto: Guillermo Genitti / Gentileza Prensa Teatro Argentino.

No obstante los matices señalados, lo más remarcable de la velada fue ese clima de emotividad y entusiasmo que parece instalarse cada vez que el Argentino se pone en marcha (el año pasado pude verificarlo, por ejemplo, en las funciones dominicales de los ballets Giselle y Romeo y Julieta y del Falstaff verdiano). Aunque exceda estas líneas analizar el fenómeno, el fervor del público, aun de los asistentes poco entrenados que disparan aplausos inoportunos, y las justas palabras de los directores, todo ello sumado a la presencia en el podio del maestro Perusso, que a sus 87 años es una gloria de nuestra vida musical, y la camaradería de los artistas, dotan en conjunto al hecho musical de esa vibración que lo convierte en un acontecimiento artístico. Ojalá el Teatro Argentino siga en esta senda sin renunciar a mejorar su calidad y sus condiciones de trabajo; y ojalá también que este año Puccini nos depare más homenajes realizados con este respeto y esta sensibilidad.

Daniel Varacalli Costas

 

 

 

Comentarios

Las más leídas

Lo cómico, en serio

Un Nabucco revisitado

Sobre todo, Puccini

Tres grandes voces para "Il trovatore"

Buenos Aires Ballet: novedades y reencuentro

Otro Elixir de muy buena calidad

Lo mismo, pero distinto

Una viuda casi alegre

El Barroco, primero

La chispa del otro Leonardo