“El cascanueces”: un eterno retorno al espíritu navideño

 El cascanueces. Ballet en dos actos. Coreografía: Silvia Bazilis. Música: Piotr I. Chaikovski. Diseño de escenografía: Gastón Joubert. Diseño de vestuario: Gino Bogani. Diseño de iluminación: Rubén Conde. Bailarín invitado: Lucas Erni (Ballet Am Rhein, Düsseldorf, Alemania). Ballet Estable del Teatro Colón. Dirección: Julio Bocca. Coro de Niños del Teatro Colón. Dirección: Helena Cánepa. Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Dirección: Emmanuel Siffert. En el Teatro Colón, el viernes 12 de diciembre.

Rocío Agüero y Lucas Erni en "El cascanueces" (Foto: Carlos Villamayor)

Un bombardeo de estímulos recibe a los espectadores en estas funciones de cierre de la temporada de ballet, apenas traspuesta la puerta de entrada al foyer del Teatro Colón. Dos enormes cascanueces flanquean la escalera principal, coronada por sendos árboles de Navidad, mientras se escuchan las voces del Coro de Niños reverberando en el primer piso en uno de los pasillos del Salón Dorado. En su afán por obtener la foto y el video, nadie escucha y nadie ve, y el tumulto para acceder a la sala es inenarrable. Todo parece estar justificado si de crear el ambiente navideño se trata.

Y es justamente por ese espíritu navideño que año tras año las grandes compañías mundiales de ballet programan “El cascanueces” para finalizar sus temporadas. La obra ha sido objeto de innumerables versiones, a partir de la original de Marius Petipa y Lev Ivanov; algunas han pasado por el escenario del Colón sin mucha huella y otras han sido memorables como la de Rudolf Nureyev, repuesta en numerosas ocasiones desde su estreno argentino en 1971.

Acto I de "El cascanueces" (Foto: Carlos Villamayor)

En la ocasión que comentamos se recurrió a la coreografía que Silvia Bazilis montó para el Ballet Nacional del SODRE de Uruguay en 2011. No es la primera vez que Bazilis, recordada y querida primera bailarina de la casa, repone obras de su autoría para el Ballet Estable: en esta misma temporada se vio el “Don Quijote” creado por ella y Raúl Candal. La coreógrafa se aparta aquí de todo el inquietante misterio del cuento original de E.T.A. Hoffmann para apostar al rescate de la pureza de la inocencia infantil. Su versión es convencional, apelando a un lenguaje coreográfico por momentos virtuoso y tendiente a la exaltación de las líneas clásicas. Hay un logrado trabajo dramático, tanto con respecto a los roles solistas como a los comprimarios, además de bellas escenas para el cuerpo de baile. Si bien la introducción de títeres de varilla en el primer acto en el teatrito que Drosselmeyer ofrece a los niños -combinada con teatro negro- tuvo algún sentido, en el segundo acto fue gratuita. Escenografía, vestuario e iluminación acompañaron adecuadamente a la acción danzada, aunque resulte inexplicable desde lo argumental que en el final del ballet Clara retorne de su sueño a una sala vacía, cuando antes estaba profusamente amueblada. Tampoco fue muy feliz recurrir a una proyección para representar el viaje de Clara y el cascanueces hacia el mundo de los dulces.

El Ballet Estable del Teatro Colón en "El cascanueces" (Foto: Carlos Villamayor)

El conjunto de solistas ofreció un muestrario de jóvenes y talentosos bailarines. Desde hace algunos años, el argentino Lucas Erni –formado en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón- está desarrollando una exitosa carrera internacional, primero en Uruguay, luego en los Estados Unidos y ahora en Alemania. Su debut en nuestro escenario dejó ver sus cualidades técnicas y expresivas, con hermosa línea e impactantes saltos y giros. A su lado, Rocío Agüero compuso una impecable Clara, resultado de un concienzudo trabajo de composición del personaje y de la seguridad que es un sello personal en cada actuación de la bailarina. Matías Santos puso toda su experiencia para encarnar a Drosselmeyer, con adecuada presencia escénica. De los demás roles solistas, destacamos la actuación siempre eficaz de Ayelén Sánchez como el Hada de Azúcar, la destreza y simpatía de Jiva Velázquez y Luciano García en el Trépak, y la sensualidad de la pareja de Alan Pereyra y Milagros Niveyro en la Danza árabe.

Ayelén Sánchez como el Hada del Azúcar, en el acto II de "El cascanueces" (Foto: Carlos Villamayor)

En el foso, la Orquesta Filarmónica abordó atinadamente la partitura de Chaikovski, al igual que el Coro de Niños en la escena de los copos de nieve.

Patricia Casañas


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